EDAD CONTEMPORÁNEA

Así como al estudiar la Edad Media o la Edad Moderna el historiador ha investigado en su literatura, en su teatro y en sus usos cotidianos, el investigador del siglo XX debería también estudiar este nuevo fenómeno cultural que fue el deporte. Desde luego, desde finales del siglo XIX, el deporte y la actividad física empezaron a ocupar un lugar destacado entre las aficiones y prácticas de distintos sectores de la sociedad. A lo largo del siglo XX, la práctica deportiva -que acabará dando el nombre general a las múltiples prácticas físicas y atléticas- se fue instalando en las sociedades más prósperas de Europa, así como en las sociedades de otros continentes –en los Estados Unidos por ejemplo- afines a la cultura europea. En cualquier caso, la actividad física y más concretamente el deporte, se fueron constituyendo como hábito cultural de muchos europeos, y gran número de ciudadanos del mundo dedican parte de su tiempo de ocio a esta actividad que, procedente de los juegos populares, y al hilo de la evolución de ideas y valores del siglo, se convertiría en una actividad de masas y en algo más que un juego.

Desde finales del siglo XIX, el deporte convirtió los viejos juegos tradicionales y los esquemas psicomotores más simples del movimiento humano (la carrera, el salto, el lanzamiento, etc.) en una actividad animada por un nuevo sentido de competición, y regulada de acuerdo a la mentalidad propia del siglo. Deportes como el fútbol, el boxeo o el béisbol en EE.UU. donde el profesionalismo se iba implantando aceleradamente, serían practicados desde pronto por muchos aficionados y seguidos por miles de espectadores. Por otro lado, se originó el Movimiento Olímpico Internacional, inspirado en valores románticos y organizado según las ideas e inquietudes de la aristocracia y la burguesía decimonónicas (la primera olimpiada de la era moderna se celebró en Atenas en 1896). Las Olimpiadas se fueron asentando durante las primeras décadas del siglo XX, hasta convertirse en un prestigioso acontecimiento internacional. Pero a su vez, las clases populares y trabajadoras también apreciarían pronto los beneficios del deporte, tanto en su práctica, o como afición y espectáculo: es un hecho que durante las dos primeras décadas del siglo XX apareció una verdadera pasión deportiva entre las masas. La prensa escrita fue compañera del fenómeno deportivo, los aficionados al deporte demandaron desde un principio noticias y resultados sobre las diversas competiciones. Desde entonces prensa y deporte iban a ser inseparables. Con el tiempo y al hilo del progreso tecnológico, esa interdependencia se trasladaría a los nuevos medios de comunicación (radio y televisión) que se reafirmaron en la apuesta por la información deportiva para elevar índices de audiencia. Así, se puede considerar el deporte como uno de los hechos culturales más significativos y característicos de la sociedad occidental del siglo XX.

El elitismo social de las primeras prácticas deportivas en España fue evidente, pero con el tiempo cambió su signo minoritario, snob y aristocrático para, en los años veinte, llegar a ser un espectáculo de gran popularidad (fue el caso del fútbol y el boxeo), y convertirse en una “subcultura de masas” para las clases populares, junto con otras aficiones tradicionales de la España de aquel tiempo. Por otra parte, el desarrollo del nuevo fenómeno, que claramente se circunscribía a las ciudades, constataba la evidente dualidad existente en la España de comienzos del siglo XX entre la vida urbana y la vida rural, que en muchos aspectos y en el deportivo en particular, se prolongaría a todo lo largo del siglo. Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el deporte ha sido fiel compañero del hombre del siglo XX, hasta convertirse en una de las variantes culturales determinantes de la sociedad moderna. Además, el deporte y su historia son, sin duda, dignos de estudio profundo, pues como expresó Pierre Bourdieu:

“La historia del deporte es una historia relativamente autónoma que, incluso cuando está marcada por los principales sucesos de la historia económica y social, tiene su propio tempo, sus propias leyes evolutivas, sus propias crisis; en pocas palabras, su cronología especifica.”

Sobre el alcance social y político del deporte, se han realizado importantes estudios. De ello han escrito entre otros: Pierre de Coubertin, Carl Diem, Johan Huizinga, Norbert Elías, Eric Dunning, Bero Rigauer, Jean Mª Brohm, Jacques Ullman,… En España no podemos olvidar al gran teórico de la educación física y del deporte español, José María Cagigal. Todos ellos, desde distintas disciplinas y puntos de vista, han teorizado sobre la importancia del deporte como elemento de articulación social e ideologización de la sociedad del siglo XX, y han contribuido, junto a otros, a investigar los orígenes del deporte y a precisar lo esencial que para el hombre ha sido la práctica del juego y la actividad física desde tiempos remotos.

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