Editorial Athlos Nº8

EDITORIAL

 

Manuel Hernández Vázquez 1

1Universidad Politécnica de Madrid. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-INEF. Departamento de Ciencias Sociales de la Actividad Física, el Deporte y el Ocio.

e-mail: museodeljuego@gmail.com

 

Existen numerosas definiciones del tiempo libre y del ocio que Munné (1992) entre otros, recoge en su obra Psicosociología del tiempo libre. Desde el punto de vista del tiempo, ocio y trabajo aparecen como dos polos opuestos. Desde el punto de vista de la obligación, el tiempo libre es el que queda libre después de cubrir las necesidades y obligaciones, y comprende actividades no obligatorias sean o no productivas. Mientras que el trabajo, siempre implica productividad esté o no remunerado.

Sebastián de Gracia, en su obra Of Time, Work and Leisure según F. Munné, intenta aclarar el confusionismo que existe entre los dos términos. El tiempo libre, nos dice, es tiempo fuera del empleo, tiempo desocupado; es liberación del trabajo y por lo tanto opuesto a éste; en cambio al ocio no le afecta el trabajo; es cualitativo, y algo que no es totalmente realizable, que pocos desean y menos alcanzan. Todo el mundo puede tener tiempo libre, más no todos pueden tener ocio. Marcuse, afirma por el contrario, que la gente tiene ocio pero no tiene tiempo libre. El Estado regido por una economía de bienestar, es un Estado sin libertad, un Estado que limita de manera sistemática el tiempo libre disponible. Existe ocio pero el tiempo dedicado al mismo no es libre porque está administrado por los negocios y por la política. Las posiciones enfrentadas de estos dos autores expresan las diferencias existentes entre las concepciones burguesa y marxista. Si a éstas, unimos los distintos tipo de entender el ocio a lo largo de la historia, comprobaremos que el ocio y el tiempo libre han estado ligados siempre a las ideas y políticas dominantes en cada época así como a los intereses económicos de los sectores sociales en hegemonía (Munné, 1992).

Para Dumazedier (1962), la vida cotidiana no está bipolarizada entre el trabajo y el ocio. Aparecen unas actividades intermedias, que no son trabajo pero tampoco son ocio y que están situados en una posición fronteriza entre ambos conceptos. Los llama «semiocios» y los clasifica en cuatro grupo:

  1. a) Las actividades de carácter semilucrativo o semiinteresado: mecánica, pesca, participación remunerada en sociedades deportivas, etc.
  2. b) Las tareas domésticas de carácter semiutilitario y semirecreativo: jardinería, oficios diversos, cría de animales, etc.
  3. c) Las ocupaciones familiares, semieducativas y semirecreativas: participación de las lecciones o en los juegos de los niños, etc.
  4. d) Los trabajos de ocio, hechos para sí, para la familia, los amigos, las sociedades: bricolage, decoración, etc. Todos los estudios sobre el ocio tienen siempre en estos últimos años un punto de referencia obligado y que es la aportación de Joffre Dumazedier, con su famosa definición sobre el tema que estamos tratando.

 

A través de una serie de investigaciones de campo, realizadas en Francia sobre la situación del ocio desde 1830, según una muestra de 819 obreros y empleados urbanos de sexo masculino, de diferentes regiones francesas, dio como resultado la siguiente definición: «El ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse con pleno consentimiento, ya sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o su formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha liberado de todas sus obligaciones profesionales, familiares y sociales».

 

Frederic Munné (1992), atendiendo a la diferente naturaleza interna del condicionamiento de la conducta distingue cuatro tiempos:

1) Tiempo psicobiológico: es el ocupado por las conductas impulsadas por nuestras necesidades psíquicas y biológicas elementales: sueño, nutrición, actividad sexual, etc. Es un tiempo de individualismo ya que se refiere siempre a condiciones endógenas a cada persona aunque no creadas por ellas. Es un tiempo heterocondicionado puesto que no depende en ningún momento de uno mismo.

2) Tiempo socioeconómico: es el tiempo empleado en las conductas derivadas de las necesidades económicas, consistentes en una actividad laboral, productiva de bienes y servicios, sean o no materiales, para «ganarse la vida» o con vistas a ello. Incluye el trabajo doméstico de la mujer y el tiempo de los estudiantes destinado a su formación. Este tiempo está totalmente heterocondicionado, dándose el autoacondicionamiento en pequeñas dosis (elección del trabajo, etc.).

3) El tiempo sociocultural: es el tiempo invertido en relacionarse socialmente. Es el tiempo invertido en visitar a unos amigos, ir al cine, votar en unas elecciones, cumplimentar algún tipo de impreso oficial, cuidar a los hijos, asistir a un mitin político, o a una función religiosa. En el tiempo sociocultural, el hetero y el autocondicionamiento se dan entremezclados de un modo más o menos equilibrado.

4) El tiempo libre: son acciones que el hombre realiza sin una necesidad externa que le obligue. No es que en ellas no exista necesidad, pero ésta nos es intrínseca; es autocreada y autocondicionada por cada persona. Uno mismo es quien pone, más que impone las condiciones para la satisfacción de aquella necesidad. Por eso cuando la voluntad hacía la realización de una actividad cesa, dejan de darse como libres. Son totalmente intransferibles; como ejemplo, uno no puede divertirse por otro.

La conclusión a que nos lleva el análisis anterior sobre los tipos de tiempo, lleva a Munné a decirnos que: «El tiempo libre está constituido por aquel aspecto del tiempo social en el que el hombre autocondiciona, con mayor o menor nitidez su conducta personal y social. Sin embargo, lo que se define propiamente como tiempo libre es el tiempo ocupado por aquellas actividades en las que domina el auto condicionamiento, es decir, en las que la libertad predomina sobre la necesidad.» Éste, a diferencia del restante tiempo social, es el tiempo dedicado a aquellas acciones que tiende a satisfacer necesidades autocreadas”. A esa división del tiempo dado por Munné, se puede añadir un nuevo tiempo , “el tiempo de ocio”, que ya la Enciclopedia (1795) lo definía así:

“El tiempo vacío que nuestras obligaciones nos dejan y del que podemos disponer de manera agradable y honesta; si, nuestra educación ha sido adecuada y se nos ha inspirado un vivo deseo hacia la virtud, la historia de nuestras actividades libres será la parte de nuestra vida que más nos honrará después de la muerte y que recordaremos con el mayor consuelo una vez llegado el momento de tener que abandonar la vida: la parte de las buenas acciones realizadas por gusto y con sensibilidad, sólo determinadas por nuestro propio beneficio”.

Actualmente el ocio es una de las manifestaciones del hombre que dirige sus pasos hacia el desarrollo personal y social y se presenta de formas tan variadas que realmente puede abarcar todas las potencialidades culturales existentes, de modo que cuando hablamos de ocio como factor de desarrollo personal, estamos afirmando su caudal humanizador, capaz de incidir en cada cual y contribuir a su mejora personal (Cuenca, 2000).

Podemos considerar al ocio, como un conjunto de atributos que son innatos en el ser humano, esto es que nacen con él y que son inseparables de su condición de persona. Es un derecho humano básico, como la educación, el trabajo y la salud.

EDITORIAL nº 8

 

 

 

 

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